miércoles, 17 de diciembre de 2008

Errantes consuetudinarios

Convivimos en varios mundos paralelos, y verán que entre para, y lelos, no hay espacio. El mundo familiar, el mundo laboral o el "mondo cane", exigen de nosotros posicionamientos y malabarismos; posturitas que no son precisamente las fetén, las del sofá. Vivimos entre fuegos cruzados, entre encrucijadas, entre disputas por esto y aquello mientras alguien vaga libre por nuestro interior, y nos dice por donde andar, como Dios dijo a Jesús (¡por las piedras!). Quizás es por eso que nunca me hundo del todo, cuando cruzo las aguas que se niegan a abrirse por falta de presupuesto. Tal vez, es a los anacoretas, a quienes les fuera destinado el todo, porque el interior de cualquier hombre, de cualquier mujer es un laberinto infinito que recorrer, donde esperan tesoros muy valiosos, que no podríamos cargar, y nos vemos obligados a dejar atrás. Siempre habrá un sueño para ese vagamundo que nos habita, porque las pasiones nacen con período de caducidad, y vivir sin ellas es difícil.
Tenernos a nosotros mismos por entero, nos permite ser un ariete derribando prejuicios, propios y ajenos; hablar las lenguas dondequiera se hablen, de la vida que late ahí fuera. Recuerdo a uno (que a veces comenta por aquí) cuando terminó su discurso solemne en Solteros Anónimos con estas penosas palabras:
"Para tenerlo todo, no hay que tener a nadie ¡Fijo!"
Y lo peor es que tiene razón.

24 comentarios:

Unknown dijo...

yo respeto muchísimo su posición tan poco apegada, pero yo no quiero tenerlo todo, yo quiero a alguien y que ese alguien me quiera a mí (que no será todo pero es bastante).

beso

alkerme dijo...

Amigo, creo que he de pensar en este asunto:“las emociones nacen con periodo de caducidad”: ¿ha de ser siempre así?, o sea, se trata de una regla?, o es que uno interviene de algún modo, mete la pata hasta el fondo y entonces como resultado sobreviene la caducidad...

La otra cosa, sobre la que llevo reflexionando mucho tiempo, tiene que ver con lo de “tenernos por entero”, no sé, no sé, dónde acaba ese “amor propio” para conciliar con el “amor ajeno”.... amigo, he dormido poco anoche y me espera un duro día con la compañía de estos acertijos....

Besos

Antón Abad dijo...

Y lo bien que se lo pasará Analix; yo me alegro por ello.

Tiene razón Alkerme, he pensado en lo que me ha dicho y he modificado la entrada, poniendo: "pasiones", allí donde decía "emociones". Gracias por la puntualización.
En cuanto al último párrafo, he llegado a la conclusión de que amar a otros, es más real cuando uno ha conseguido por fin amarse y aceptarse (o viceversa)

Margot dijo...

Ummm en este momento de mi vida (quién sabe mañana, yo sólo supe de ayer y ahora sé de hoy) sigo manteniendo que es posible tener a alguien, siempre y cuando las concesiones para hacerlo no maten el tenernos a nosotros mismos.

Firmo a día de hoy y con todo en la mano.

Genuflexión, señor Abad, sus reflexiones siempre me dan qué pensar...

Aprendiza de risas dijo...

Le dejo mis saludos Antón, una entrada de debate, con mucha miga, pero yo, con poco tiempo. Pero el Reader me habló de usted y vine a decirle hola y dejarle, cuando menos, unos besos.

Regresaré.

gemmacan dijo...

Jode reconocerlo, pero uno acaba dando la razón a su entrada. ¿O no?. Mientras le escribía las líneas superiores, se me han cruzado por la mente imágenes de caras conocidas, allegadas y queridas: hija, amigos, padres, etc., y sin ellos, no sé si dejaría de ser quien soy, pero no sería -seguro- la misma. Ahora bien, si uno ya de entrada no se mete en berenjenales de descendientes, amantes y camaradas, es posible que se cumpla esa sentencia con la que finaliza su post.
De todas formas, don Antón ¿quién quiere tenerlo todo?

Luisa Arellano dijo...

Yo que habito más veces de las que quisiera en ese espacio inexistente entre para y lelos, soy de la opinión de que primero hay que tenerse a uno mismo, quererse y adorarse, odiarse y perdonarse y luego ya puede uno dar el paso de intentarlo con los demás.
Tenerlo todo es una quimera, no hay que darle vueltas, además bastante nos aprietan las tuercas otras cuestiones, como para encima querer tenerlo todo, que es algo complicadísimo.

Antón, hoy me voy con la cabeza llena de preguntas y usted es el culpable.

Le pasaré la minuta de mi psicoanalista...

nacho dijo...

Yo no creo mucho en el mito del "interior" humano por descubrir. Todo lo de dentro nos lo hemos fabricado con lo de fuera. Somos una gran máquina de apropiar envuelta en papel de olvidar y con grandes dotes de redescubrir.

O no.

Trenzas dijo...

Que andamos por las piedras, eso sí que es fijo; y depende del "nadie" de que se trate.
:)
En general estoy de acuerdo con lo que dice. Es imposible, por otro lado. Dependemos de demasiadas cosas, tenemos demasiados cordones umbilicales como para poder cortarlos de raíz, que sería la única forma de que no volvieran a asomar.
Tal vez podamos conseguir que una parte, unos años, de nuestra vida discurran así; cargando nuestros tesoros soñados. No durará mucho porque en los sueños siempre hay algún intruso.
Eso sí; lo expone usted tan bien que dan ganas de apuntarse para anacoreta.
:)
Un abrazo fuerte, querido amigo.

Lester Oliveros dijo...

Señor Abad, muchos saludos, vengo a su blog porque me parecio justo su comentario en el blog de un joven de nombre Prado, y me gustaria invitarlo a una cena en mi blog donde tambièn podra dejan recados, arroz y sal, aunque si usted quiere, talvez, solo talvez, en otro orden. Saludos a usted.

cristal00k dijo...

Buscar en ese laberinto interior acostumbra a ser un camino de sabiduría, pero durillo. Cuesta enfrentarse al propio yo, más que a cualquier otro.
Está claro que ni se puede gustar a todo el mundo, ni se puede tener todo. Esta vida acostumbra a ser un mucho de "a punto de..." y de tanto en tanto un ¡por fín! o un mira por donde!.
Cuanto menos apegados a nada y a nadie más libertad. Pues va ser que tiene vd. razón Sr. Abad. Y su amigo también.
Un abrazo.

Lester Oliveros dijo...

No sé si en el comentario se refiere al poema del principio, ese poema es mio... como no deje el link de Javier, se lo paso ahora, y escribe muy bien ya lo vera...

http://javierpayeras.blogspot.com/

Ana dijo...

Tenerlo todo sin tener a nadie ¿puede disfrutarse?
Saludos

Antón Abad dijo...

Nadie= todos

Prado dijo...

entiendo que el otro será un misterio insondable para mí. para todos.
somos esas dos piedras en el jardín japonés. una justo al lado de la otra. eternamente. sin llegar a tocarse nunca.
la cosa viene a tratarse de algo así como comprendernos en la unicidad.
admirarnos en ese plano.
salvar los abismos.
encontrar lugares comunes
en fin.
Salve quien posturas como la suya sostenga.

ybris dijo...

Pues sí: tenernos a nosotros mismo por entero.
Todo lo demás se nos dará por añadidura:
con todo y sin nadie
o con nadie y sin todo.

Abrazos.

Logan y Lory dijo...

La competitividad es el caldo de cultivo del ser humano, nos educan para ser más y mejor y en esa lucha competitiva sacrificamos nuestros genuinos y primitivos deseos.

No desear el todo para poder ser felices con algo o alguien.

Un abrazo

Luisa Arellano dijo...

¿Sería algo así como? si no tengo a nadie o nada que me absorba, que me necesite con dedicación exclusiva... estaré disponible para todo y para todos... podré abarcar todo en definitiva.

Suena bien, pero llevarlo a cabo ya es otra historia, puesto que nacemos dependientes y luego otros dependerán de nosotros, son demasiados los lazos para soltar de forma generalizada... sigo pensando que no podemos tener todo... con alcanzar alguna pequeña parcela de utopía será más que suficiente.

Antón Abad dijo...

Por supuesto que no podemos Logan & Lory & Luisa, tenerlo todo es absolutamente imposible, y sus puntualizaciones son del todo acertadas; sin embargo, una aproximación remota a esa posibilidad, obrará milagros, sobre todo en esas ligaduras que tenemos más por la presión del medio que por nuestra propia voluntad. Siendo libres de las imposiciones de lo superfluo, podremos tenernos un poco más, y por ende, el tiempo necesario para obrar en consecuencia, para nosotros y aquellos a quienes amamos. No podemos ser prisioneros del pasado, y si me apura, ni del futuro siquiera, porque no podemos estar seguros de que el futuro habrá de esperar por nosotros; lo que tenemos (y queremos), debiera ser nuestra única realidad, nuestro culto. Ser leal con nosotros y los demás, y saber decir: ces't finit.

Conciencia Personal dijo...

No quisiera todo para mí, sino todo para todos ellos.

Más que caducidad, las pasiones se van sustituyendo.
Le ofrezco mi amistad sin fecha de caducidad...

Besos, querido amigo.

Monique.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Antón, como sabe, estoy en período de descanso y este texto exige una doble o triple lectura, como casi todo lo que usted escribe para llegar a su total comprensión (al menos a mí me pasa así; quizá me flaqueen las neuronas). No sé qué es tenerlo todo.
Desde luego, las emociones no caducan. Cuando la profesión coincide con la identidad (supongo que es su caso y también el mío) es muy dificil separarlas porque no trabajamos en (esto o lo otro) sino que somos tal o cual cosa.
El mundo laboral y el familiar exigen, si y es difícil encotrar las horas y el equilibrio para los dos.
Hay que aprender a andar por las piedras, a no hundirse, como usted dice, pero sobre todo hay que aprender a desprenderse. Los primeros años los dedicamos a crecer, luego acumulamos cosas: títulos, saberes, libros, cuadros, una casa, amores.....Y luego hay que poder desprenderse de ataduras, nunca de las emociones,para poder ser libre:

"Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar".

mangeles dijo...

Besos de Navidad

alkerme dijo...

Amigo, he vuelto para dejarle esta limosna de besos.