miércoles, 31 de diciembre de 2008

Números rojos

Era un saltimbanqui, (él decía: "saltimbanco"); hablaba raro, y no sabía escribir. Partía con su circo, dos días antes de lo previsto, y me pidió que le escribiera una carta a una mujer que no llegaría a tiempo para verle, y se la diese.
"No quiero los negros números
de tu día a día, te quiero libre
No quiero más que colores vivos
eternamente.
Quiero darte números rojos
de calendario
Que sea siempre una fiesta
o un aniversario
Cada encuentro de miradas
y manos dadas"

Por supuesto que no voy a exponer su carta, soy hombre discreto, pero no pude resistirme a enseñaros, el poema que me recitó para su bella ausente, no veo en él, nada que no pueda ser universal.
Como sigan bajando las limosnas, montaré un chiringo para escribir cartas para vagabundos, creo que hasta será más productivo.

jueves, 25 de diciembre de 2008

La batalla de Orange III (Carta al Defensor del Pueblo)

Buenas tardes; hay una situación que me indigna y ante la cual, al parecer, las autoridades permanecen de brazos cruzados. Me refiero al abuso que hacen muchas compañías de los números 902; sé que existe una página en la que pueden conseguirse números "normales", que las empresas, obligatoriamente, deben aportar para suplir a aquellos, pero con no atenderlo, ya se quitan el problema. No me parece de recibo que obliguen a los ciudadanos a perder su tiempo y su dinero en estas prácticas "legales".
He consultado en TELECO (901 33 66 99) y me han respondido que estas empresas, tienen la obligación de tener un número de atención al cliente, pero no están obligadas a que sea gratuito; yo no pretendo eso, pero convendrá conmigo, Sr. Defensor del Pueblo, que tampoco pueden utilizar esta circunstancia para esquilmar a sus desprotegidos clientes.
Por si no lo sabe Ud., le informo que dichos números, son de tarificación especial; es decir, que su precio, no es el de una llamada corriente nacional, provincial o local. El producto de estas llamadas, se reparte entre el contratante del número inteligente (listillo diría yo) y la inefable Telefónica. Cuando uno marca uno de esos números, una grabación le contesta ipso facto, esto es: Ud. ya está pagando mientras una parsimoniosa grabación le informa de todas las posibilidades que se abren ante Ud. desde ese preciso instante; le contarán lo que Ud. no tenía previsto preguntar, le ofertarán lo inimaginable, y finalmente le explicarán tranquilamente los números que deberá pulsar para ir saltando grabaciones que le vuelven a informar de esto y aquello, y le invitan a pulsar otros dígitos que le acerquen a su objetivo. Ud. podrá notar que comienza a insinuarse aquel viejo tic en su ojo izquierdo, pero no se desanime, que no falta nada. Si finalmente consigue encontrar un ser humano en este prodigioso entramado tecnoilógico, hay pocas opciones:
1) el comunicante, que le dirá su nombre (que eso al menos eso se lo sabe), le remitirá a otro número 902.
2) el comunicante parecerá simpático, y tras preguntarle acerca de su filiación y datos que tiene enfrente en su pantalla y no necesita preguntar, le pedirá que espere Ud. un momento (jamás regresará)
3) con simpatía o sin ella, le hará las mismas preguntas que en el punto 2, y zanjará la cuestión diciendo que abrirá una incidencia: ¡Prepárese, esto va para largo!; le darán un número de referencia del que podrá informarse en un 902 al efecto, tras volver a repetir la historia y los datos por enésima vez.
Me están robando Sr. Defensor del Pueblo; mi tiempo, mi dinero, dos años de pagar un dominio que jamás pude utilizar gracias a las argucias legales (de ORANGE en este caso). ¿De verdad no puede Ud. hacer nada ante esto?

La batalla de Orange II (mensajes de móvil)

Orange informa:
Solicitada baja de su ADSL con Orange por otro operador, por favor llamenos (sic) al 902012220

Respuesta de Antón Abad:
Coged una silla cómoda y poned musiquita.

(continuará)

¡Seguro!, ya que no les he pagado la última mensualidad.

martes, 23 de diciembre de 2008

Palabras

Aprendí que las palabras son tan sólo eso; pueden manejarse con mayor o menor soltura o fortuna, pero nunca pasarán de esa humilde categoría, la de ser una mera propuesta o exposición con aspiraciones diversas. La verdad está tan lejos de las palabras como un besugo de una tintorería; sin embargo, pueden levantar muros de odio y asfaltar caminos amorosos; ganar o perder voluntades o entretener el paso del tiempo.
Campeón, guapa, macho, reina; artilugios interesados en manos de manipuladores o lisonjeros que untan tu ego con ocultas intenciones; ¿alguien ha oído alguna vez degradar un halago?: Subcampeón, normalita, macho romo o reina consorte?. Con ellas puedes abrirte camino o cerrarlos para siempre, puedes hacer que hasta la realidad luzca diferente (y te voten) o convertir lo ilusorio en aquella; y aún así:
Dadme palabras para seguir vivo; para convertirme en aquello que no soy, para conseguir lo que deseo; para atacar a mis enemigos y sanar a mis heridos; para que brillen tus ojos. Dadme palabras para darle largas a la muerte; para hacer de lo banal maravilla, para escribirte y que llores de alegría; para hablarle a mis difuntos; para hacer que el derecho al pataleo tenga la difusión que mi esmero le proporcione.
Sumérgete en mi corazón a través de ellas, lava mis heridas con tu bálsamo de frases. Dame palabras, que sé leer entre líneas.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Errantes consuetudinarios

Convivimos en varios mundos paralelos, y verán que entre para, y lelos, no hay espacio. El mundo familiar, el mundo laboral o el "mondo cane", exigen de nosotros posicionamientos y malabarismos; posturitas que no son precisamente las fetén, las del sofá. Vivimos entre fuegos cruzados, entre encrucijadas, entre disputas por esto y aquello mientras alguien vaga libre por nuestro interior, y nos dice por donde andar, como Dios dijo a Jesús (¡por las piedras!). Quizás es por eso que nunca me hundo del todo, cuando cruzo las aguas que se niegan a abrirse por falta de presupuesto. Tal vez, es a los anacoretas, a quienes les fuera destinado el todo, porque el interior de cualquier hombre, de cualquier mujer es un laberinto infinito que recorrer, donde esperan tesoros muy valiosos, que no podríamos cargar, y nos vemos obligados a dejar atrás. Siempre habrá un sueño para ese vagamundo que nos habita, porque las pasiones nacen con período de caducidad, y vivir sin ellas es difícil.
Tenernos a nosotros mismos por entero, nos permite ser un ariete derribando prejuicios, propios y ajenos; hablar las lenguas dondequiera se hablen, de la vida que late ahí fuera. Recuerdo a uno (que a veces comenta por aquí) cuando terminó su discurso solemne en Solteros Anónimos con estas penosas palabras:
"Para tenerlo todo, no hay que tener a nadie ¡Fijo!"
Y lo peor es que tiene razón.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Chatrang

Hay una partida de ajedrez que se juega a mis espaldas, una lucha complicada entre campeones del racionalismo, de la previsión y el cálculo. Nunca fui un buen jugador; siempre resultó superior a mí este juego-ciencia con sus infinitas posibilidades. Creo que nunca llegué a prever más de dos jugadas posibles, y por eso desistí de seguir jugando. Curiosamente, siempre que pude, enseñé a alguien el movimiento de las piezas; le hablé incluso de los prodigios terapéuticos que pueden obrar los sesenta y cuatro escaques que se disputan ambos contendientes.
Recuerdo haber vencido a un filipino inmensamente superior a mí, y cómo me apené de aquel hombre, que insistía tanto en retrasar la posición de las piezas, buscando el error de concentración que le había puesto en la oprobiosa situación de haber perdido ante un pardillo. Puede que hubiera sido algún ruido en la calle, o la natural despreocupación con que juega, quien se sabe vencedor a priori. La cuestión es que le ofrecí retomar la partida en ese punto, lo que por supuesto no dudó en aceptar. Aquel día yo estaba inspirado; orgulloso y sorprendido también de mi jugada maestra e inesperada, al punto de que dudé lo mío antes de decir con la voz insegura: Jaque Mate.
De nada sirve, aprendí, estar inspirado, si tu contrincante tiene talento, porque este, es de largo aliento ante una colleja, y la gracia, es lo que es; me machacó.
Recuerdo con ternura también a Marcello, cuando perdió su única partida ante mí, después de haberme robado una novia.
El mundo es una gran partida, y aunque no lo parezca, después de haber escrito lo que he escrito hoy, estoy con la inspiración a flor de piel. Tengo ganas de jugar, da igual el resultado.

martes, 2 de diciembre de 2008

La batalla de Orange

Me pilló por sorpresa, con las defensas bajas; tantas veces había rogado por este momento, y ahora no era capaz de reaccionar. Ella me preguntó si era yo quien respondía ante el nombre de Antón Abad; y como eso yo lo sabía, le dije que sí. A continuación vino un discurso fluido de las excelencias de Orange como servicio de telefonía e internet que apenas intuí y la oferta de bajarme el 10 % de la tarifa que pago puntualmente hace años. Lo peor de todo, es que al final de la propuesta, me decía que de aceptar, debería quedarme un año como mínimo ligado a la compañía.
Me quedé paralizado unos instantes, y luego, tras el rastro de un suspiro socarrón, surgió una risa leve y contesté:
–Sois patéticos, yo envío una reclamación a Orange, y tras mes y medio de silencio, ¿venís a preguntarme si acepto una reducción de mi tarifa a cambio de fidelizarme?. Para fidelizar a un cliente, no hay más cumplir lo acordado con él; atender a sus reclamaciones, y decirle de una vez cuánto necesitáis recaudar con el 902 del soporte técnico, para que él decida si lo paga o no, pero que no se vea forzado a perder miserablemente su tiempo, escuchando una música espantosa y el sonsonete de : "Todos nuestros operadores continúan ocupados".
Creo que fue en ese momento de mi diatriba, cuando empezó a sonar la música; menos mal que me dio tiempo de ponerle música yo también; le sugerí a Ludovico Einaudi y me despedí cortésmente.
Pero lo que de verdad me hubiera gustado, si no me hubiera cogido desprevenido y zombie, hubiese sido decirle que todos los señores Abad estaban ocupados, y ponerles música.