miércoles, 31 de diciembre de 2008

Números rojos

Era un saltimbanqui, (él decía: "saltimbanco"); hablaba raro, y no sabía escribir. Partía con su circo, dos días antes de lo previsto, y me pidió que le escribiera una carta a una mujer que no llegaría a tiempo para verle, y se la diese.
"No quiero los negros números
de tu día a día, te quiero libre
No quiero más que colores vivos
eternamente.
Quiero darte números rojos
de calendario
Que sea siempre una fiesta
o un aniversario
Cada encuentro de miradas
y manos dadas"

Por supuesto que no voy a exponer su carta, soy hombre discreto, pero no pude resistirme a enseñaros, el poema que me recitó para su bella ausente, no veo en él, nada que no pueda ser universal.
Como sigan bajando las limosnas, montaré un chiringo para escribir cartas para vagabundos, creo que hasta será más productivo.

jueves, 25 de diciembre de 2008

La batalla de Orange III (Carta al Defensor del Pueblo)

Buenas tardes; hay una situación que me indigna y ante la cual, al parecer, las autoridades permanecen de brazos cruzados. Me refiero al abuso que hacen muchas compañías de los números 902; sé que existe una página en la que pueden conseguirse números "normales", que las empresas, obligatoriamente, deben aportar para suplir a aquellos, pero con no atenderlo, ya se quitan el problema. No me parece de recibo que obliguen a los ciudadanos a perder su tiempo y su dinero en estas prácticas "legales".
He consultado en TELECO (901 33 66 99) y me han respondido que estas empresas, tienen la obligación de tener un número de atención al cliente, pero no están obligadas a que sea gratuito; yo no pretendo eso, pero convendrá conmigo, Sr. Defensor del Pueblo, que tampoco pueden utilizar esta circunstancia para esquilmar a sus desprotegidos clientes.
Por si no lo sabe Ud., le informo que dichos números, son de tarificación especial; es decir, que su precio, no es el de una llamada corriente nacional, provincial o local. El producto de estas llamadas, se reparte entre el contratante del número inteligente (listillo diría yo) y la inefable Telefónica. Cuando uno marca uno de esos números, una grabación le contesta ipso facto, esto es: Ud. ya está pagando mientras una parsimoniosa grabación le informa de todas las posibilidades que se abren ante Ud. desde ese preciso instante; le contarán lo que Ud. no tenía previsto preguntar, le ofertarán lo inimaginable, y finalmente le explicarán tranquilamente los números que deberá pulsar para ir saltando grabaciones que le vuelven a informar de esto y aquello, y le invitan a pulsar otros dígitos que le acerquen a su objetivo. Ud. podrá notar que comienza a insinuarse aquel viejo tic en su ojo izquierdo, pero no se desanime, que no falta nada. Si finalmente consigue encontrar un ser humano en este prodigioso entramado tecnoilógico, hay pocas opciones:
1) el comunicante, que le dirá su nombre (que eso al menos eso se lo sabe), le remitirá a otro número 902.
2) el comunicante parecerá simpático, y tras preguntarle acerca de su filiación y datos que tiene enfrente en su pantalla y no necesita preguntar, le pedirá que espere Ud. un momento (jamás regresará)
3) con simpatía o sin ella, le hará las mismas preguntas que en el punto 2, y zanjará la cuestión diciendo que abrirá una incidencia: ¡Prepárese, esto va para largo!; le darán un número de referencia del que podrá informarse en un 902 al efecto, tras volver a repetir la historia y los datos por enésima vez.
Me están robando Sr. Defensor del Pueblo; mi tiempo, mi dinero, dos años de pagar un dominio que jamás pude utilizar gracias a las argucias legales (de ORANGE en este caso). ¿De verdad no puede Ud. hacer nada ante esto?

La batalla de Orange II (mensajes de móvil)

Orange informa:
Solicitada baja de su ADSL con Orange por otro operador, por favor llamenos (sic) al 902012220

Respuesta de Antón Abad:
Coged una silla cómoda y poned musiquita.

(continuará)

¡Seguro!, ya que no les he pagado la última mensualidad.

martes, 23 de diciembre de 2008

Palabras

Aprendí que las palabras son tan sólo eso; pueden manejarse con mayor o menor soltura o fortuna, pero nunca pasarán de esa humilde categoría, la de ser una mera propuesta o exposición con aspiraciones diversas. La verdad está tan lejos de las palabras como un besugo de una tintorería; sin embargo, pueden levantar muros de odio y asfaltar caminos amorosos; ganar o perder voluntades o entretener el paso del tiempo.
Campeón, guapa, macho, reina; artilugios interesados en manos de manipuladores o lisonjeros que untan tu ego con ocultas intenciones; ¿alguien ha oído alguna vez degradar un halago?: Subcampeón, normalita, macho romo o reina consorte?. Con ellas puedes abrirte camino o cerrarlos para siempre, puedes hacer que hasta la realidad luzca diferente (y te voten) o convertir lo ilusorio en aquella; y aún así:
Dadme palabras para seguir vivo; para convertirme en aquello que no soy, para conseguir lo que deseo; para atacar a mis enemigos y sanar a mis heridos; para que brillen tus ojos. Dadme palabras para darle largas a la muerte; para hacer de lo banal maravilla, para escribirte y que llores de alegría; para hablarle a mis difuntos; para hacer que el derecho al pataleo tenga la difusión que mi esmero le proporcione.
Sumérgete en mi corazón a través de ellas, lava mis heridas con tu bálsamo de frases. Dame palabras, que sé leer entre líneas.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Errantes consuetudinarios

Convivimos en varios mundos paralelos, y verán que entre para, y lelos, no hay espacio. El mundo familiar, el mundo laboral o el "mondo cane", exigen de nosotros posicionamientos y malabarismos; posturitas que no son precisamente las fetén, las del sofá. Vivimos entre fuegos cruzados, entre encrucijadas, entre disputas por esto y aquello mientras alguien vaga libre por nuestro interior, y nos dice por donde andar, como Dios dijo a Jesús (¡por las piedras!). Quizás es por eso que nunca me hundo del todo, cuando cruzo las aguas que se niegan a abrirse por falta de presupuesto. Tal vez, es a los anacoretas, a quienes les fuera destinado el todo, porque el interior de cualquier hombre, de cualquier mujer es un laberinto infinito que recorrer, donde esperan tesoros muy valiosos, que no podríamos cargar, y nos vemos obligados a dejar atrás. Siempre habrá un sueño para ese vagamundo que nos habita, porque las pasiones nacen con período de caducidad, y vivir sin ellas es difícil.
Tenernos a nosotros mismos por entero, nos permite ser un ariete derribando prejuicios, propios y ajenos; hablar las lenguas dondequiera se hablen, de la vida que late ahí fuera. Recuerdo a uno (que a veces comenta por aquí) cuando terminó su discurso solemne en Solteros Anónimos con estas penosas palabras:
"Para tenerlo todo, no hay que tener a nadie ¡Fijo!"
Y lo peor es que tiene razón.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Chatrang

Hay una partida de ajedrez que se juega a mis espaldas, una lucha complicada entre campeones del racionalismo, de la previsión y el cálculo. Nunca fui un buen jugador; siempre resultó superior a mí este juego-ciencia con sus infinitas posibilidades. Creo que nunca llegué a prever más de dos jugadas posibles, y por eso desistí de seguir jugando. Curiosamente, siempre que pude, enseñé a alguien el movimiento de las piezas; le hablé incluso de los prodigios terapéuticos que pueden obrar los sesenta y cuatro escaques que se disputan ambos contendientes.
Recuerdo haber vencido a un filipino inmensamente superior a mí, y cómo me apené de aquel hombre, que insistía tanto en retrasar la posición de las piezas, buscando el error de concentración que le había puesto en la oprobiosa situación de haber perdido ante un pardillo. Puede que hubiera sido algún ruido en la calle, o la natural despreocupación con que juega, quien se sabe vencedor a priori. La cuestión es que le ofrecí retomar la partida en ese punto, lo que por supuesto no dudó en aceptar. Aquel día yo estaba inspirado; orgulloso y sorprendido también de mi jugada maestra e inesperada, al punto de que dudé lo mío antes de decir con la voz insegura: Jaque Mate.
De nada sirve, aprendí, estar inspirado, si tu contrincante tiene talento, porque este, es de largo aliento ante una colleja, y la gracia, es lo que es; me machacó.
Recuerdo con ternura también a Marcello, cuando perdió su única partida ante mí, después de haberme robado una novia.
El mundo es una gran partida, y aunque no lo parezca, después de haber escrito lo que he escrito hoy, estoy con la inspiración a flor de piel. Tengo ganas de jugar, da igual el resultado.

martes, 2 de diciembre de 2008

La batalla de Orange

Me pilló por sorpresa, con las defensas bajas; tantas veces había rogado por este momento, y ahora no era capaz de reaccionar. Ella me preguntó si era yo quien respondía ante el nombre de Antón Abad; y como eso yo lo sabía, le dije que sí. A continuación vino un discurso fluido de las excelencias de Orange como servicio de telefonía e internet que apenas intuí y la oferta de bajarme el 10 % de la tarifa que pago puntualmente hace años. Lo peor de todo, es que al final de la propuesta, me decía que de aceptar, debería quedarme un año como mínimo ligado a la compañía.
Me quedé paralizado unos instantes, y luego, tras el rastro de un suspiro socarrón, surgió una risa leve y contesté:
–Sois patéticos, yo envío una reclamación a Orange, y tras mes y medio de silencio, ¿venís a preguntarme si acepto una reducción de mi tarifa a cambio de fidelizarme?. Para fidelizar a un cliente, no hay más cumplir lo acordado con él; atender a sus reclamaciones, y decirle de una vez cuánto necesitáis recaudar con el 902 del soporte técnico, para que él decida si lo paga o no, pero que no se vea forzado a perder miserablemente su tiempo, escuchando una música espantosa y el sonsonete de : "Todos nuestros operadores continúan ocupados".
Creo que fue en ese momento de mi diatriba, cuando empezó a sonar la música; menos mal que me dio tiempo de ponerle música yo también; le sugerí a Ludovico Einaudi y me despedí cortésmente.
Pero lo que de verdad me hubiera gustado, si no me hubiera cogido desprevenido y zombie, hubiese sido decirle que todos los señores Abad estaban ocupados, y ponerles música.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El arte y la memoria


En estos días en que la memoria histórica, es más un quebradero de cabeza que un derecho, quiero traer a colación algunos aspectos del insigne escultor Pedro de Mena, discípulo de Alonso de Mena (su padre) y Alonso Cano. Hombre de gran talento artístico y comercial, fue uno de los referentes del siglo XVII en la talla y la policromía. Sus obras llegaron incluso al antiguo virreinato del Perú o a la ciudad de México, y fué declarado maestro mayor de escultura de la Catedral de Toledo donde se expone una de sus obras maestras: San Francisco de Asís. Una de sus mayores obras de conjunto, es la sillería del coro de la Catedral de Málaga, que he tenido el gusto de visitar.
Como devoto y piadoso lo describen los archivos de la época; de hecho, cinco de sus hijos que sobrevivieron, de los catorce que tuvo, pasaron a la vida conventual hasta el fin de sus días.
En su testamento de 1675, habla de su hija Juana que aún no tenía seis años:
"... y desea vivir y permanecer en estado de religión, guardando pureza y castidad, por lo que deseamos que sea religiosa por ser de los estados más perfectos y seguros para la salvación."
Por su firme creencia religiosa, pidió ser enterrado entre las dos puertas de la iglesia del Císter para que su lápida fuera pisada por todos los fieles que entraran en la iglesia.
Como billete para el ascenso en la escala social, se convirtió en 1678 en familiar del Santo Oficio de la Inquisición, lo que además de ser la evidencia pública de la "pureza de sangre", le eximía de pagar impuestos.
Parece hoy en día, difícil de casar algunas actitudes de tiempos pasados con la piedad en cualquiera de sus formas; la delación de supuestos herejes, o su pluriempleo como mercader de seda y esclavos, serían vistos hoy con una cierta reticencia.
Los hombres, lo son de su tiempo, aunque en todas las eras haya habido adelantados, la mayoría de las gentes, respondieron siempre a un statu quo vertical, dependiente de los poderes establecidos, pero me cuesta mucho admitir, que un padre, sepultara a su pequeña hija en vida. Por omisión, exceso o ambición, se han cometido atrocidades a lo largo de la historia, y quienes se arrogan en exclusiva la piedad, tienen quizás más dolor a sus espaldas que los hombres más salvajes incultos y sin ningún arte aparente.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Rumbo sur


Finalmente no he visto el mar, pero sin solución de continuidad, parto otra vez esta tarde hacia Antequera, Córdoba y Málaga, asi que no descarto un encuentro con él.
En la última semana me convertí en un hombre rural, entre olivos, granados y cítricos; ordeñé cuatro olivos y me surtía cada mañana de mandarinos y naranjeros para mi inveterada y saludable costumbre de rematar mi café con un refrescante zumo de naranjas y mandarinas. Fue un viaje placentero y sosegado, pero me temo que no lo será este que hoy comienzo, debido a una apretada agenda, impropia de un anacoreta. Regresaré la próxima semana a mi retiro de Madrid, confiando en que llueva entre semana para mantener mi pequeño jardín de ciudad.
Reconozco un cierto cansancio físico, mechado de esa ténue debilidad emocional que trae aparejado el otoño; la melancolía difusa y los pies fríos, son una estupenda combinación para un bosquejo de miseria existencial que espero se diluya ante la luz estridente del Mediterráneo. La actividad suplementaria que supone eludir la visión de escotes, y muslos bronceados, me mantendrá lo suficientemente ocupado como para que el tiempo pase más deprisa. Os dejo la imagen de un luna espléndida que iluminó mi última noche alicantina.
Hasta pronto.

viernes, 7 de noviembre de 2008

I've heard the mermaids singing

El mar es un horizonte líquido al que no tenemos fácil acceso en Madrid; las veredas para llegar a él son largas y sinuosas, pero los que tenemos oído fino, podemos escuchar las rompientes. De sureste; oeste y norte, nos llegan los murmullos del agua; y en días de aire límpido, somos hasta capaces de escuchar el canto de las sirenas. He conocido un abad prodigioso, que decía poder ver a unos cien pasos a una hormiga amamantando a su cría, cuando yo apenas alcanzaba a oír el chupeteo.
En las grandes ciudades, se atrofian algunas facultades, pero otras, se agudizan hasta la neurosis. Creo que lo que más detesto de mi ciudad, es el ruido; todo se ejecuta con el mayor escándalo posible, desde la recolección de basuras al barrido de sus calles. Pareciera que estas contratas, cobraran por decibelio, más que por productividad. Luego están los pregoneros raudos, que en cada esquina, anuncian su inminente llegada y paso, aunque se trate de un: Ceda el paso, con insistente sonar de cuernas, que es lo que tarde o temprano, terminan cediendo.
Una ciudad cosmopolita, tiene gente despierta y dormida a todas horas, pero hay quien no llega a entender esta evidencia, y en cuanto se levanta, está dispuesto a defender su vigilia estrepitosa (y daños colaterales incluidos), con el sólido argumento de: "Ya es una buena hora para estar despierto".
Mañana estaré en el mar; no habrá sonidos de ciudad, ni carruajes ni estridencias y las sirenas estarán cerca. No debo olvidarme pues los tapones de cera.

A Luis Landriscina y Patricia Rozema

sábado, 1 de noviembre de 2008

Los muertos a los que escribo

Soy muy cabezota a veces, y los pequeños inconvenientes de la vida cotidiana, no son capaces de retraerme de mis costumbres. Hay cosas con las que disfruto tanto, que no dejo de hacerlas aunque se conviertan en ejercicios inútiles a ojos ajenos. Forman parte de mi vida, y como tal, permanecen con una vigencia empecinada a través del tiempo.
Por ejemplo: extraigo las semillas de cada alimento vegetal que me dispongo a comer. Es una tarea meticulosa que llevo a cabo con la mayor de las paciencias; aunque sé que necesitaría muchas vidas para germinar todas las que ya tengo preparadas, tras hacerles saber que ya ha pasado el invierno, con una dosis de congelador de dos semanas. También habría de ser un terrateniente, para disponer del espacio necesario para semejante huerta. Tengo melocotoneros, naranjos, limoneros, aguacateros, paraísos (estos son más por nostalgia de mi tierra, pues sus frutos son tóxicos), granados, vides; y mi primer manzano, despunta orgulloso. En primavera vendrán los tomates, los pimientos, ajos, perejil y todo aquello que crezca voluntariamente. Cuando los árboles han crecido, los regalo y empiezo otra vez.
Con este mismo criterio, escribo cartas a María y a Omar; y aunque sé que ellos ya no pueden leerlas, me siento en su compañía mientras lo hago.
María es la única persona que conozco, que anunció su viaje con una semana de antelación, sin tener siquiera billete, o saber que la aguardaban realmente.
Ha pasado un año desde su partida, y no es que la recuerde por el día que es hoy, lo hago simplemente, porque no quiero olvidarla; o quizás es que no puedo.
Pasada la pena, es delicioso escribir cartas de las que no esperas respuesta, porque algo dentro disuelve las armaduras, y uno se ve fluir hacia lo esencial, como si alimentara la rueda de la vida, igual que con las semillas.

jueves, 30 de octubre de 2008

Días de radio

Siento especial predilección por la radio; de hecho, me acompaña una gran parte del día, sin que tenga que suspender ninguna tarea para atenderla; una parte de mí acomete la rutina de mi sosegada vida, mientras la otra, se deja formar e informar por esos amigos invisibles; trabajadores de un medio de comunicación masivo; equipos enormes de gente con talento y capacidad de esfuerzo, para que oigamos latir el mundo, y la vida por ende. La televisión me parece un invento estupendo, pero absolutamente desperdiciado en sus posibilidades; y que conste que no voy a decir lo de aquel señor, que sólo veía los documentales de la BBC, o que suspiro por 24 Hs. al día de: La vida secreta de la lagartija moteada del Nepal.
Hoy se cumplen 70 años de una emisión histórica; en el año del Señor de 1938, un joven y talentoso actor estadounidense, llamado George Orson Welles, con guión de Howard Koch (escritor de la Casa Blanca en la época), radió, en su espacio "Mercury Theatre on the Air": "La guerra de los mundos", de H.G. Wells, de la que se ha especulado largamente, acerca de si se trató de un experimento sociológico de masas.
Con menos de dos millones de oyentes, por tener otras emisoras rivales con programas de mayor audiencia, convenció a casi un millón de personas, de que los marcianos, invadían New Jersey. Tal era el poder de la radio de hace siete décadas, cuando sus emisiones ocupaban el lugar en nuestros días de la televisión e internet juntos.
Los bulos que circulan por la red, no son experimentos sociológicos, sino la puesta en escena del aprendizaje, tras aquel ensayo general de 1938. ¿Casualidad?... ¡Nooo lo creoooo!
Crece hoy exponencialmente el: "Difama, que algo queda", gracias a aquellos pinitos del siglo XX; por eso, si alguien os dijera que me han visto por la ciudad el sábado por la noche, con los ojos brillantes y un andar inseguro, no lo creáis; ¿Acaso habéis escuchado algo en la radio al respecto?... ¿eh?

viernes, 24 de octubre de 2008

Birraze

Me han dicho que mañana vendrá a la ciudad una mujer luminosa; dicen quienes la han visto, que emite una luz clara y radiante, y que está buena. Supongo que querrán decir que es buena, pero es que la gente habla cada día más raro, y se me hace difícil comprenderles totalmente. Al parecer desea celebrar su cumpleaños en la corte, si bien habitualmente reside extramuros.
Aunque la fiesta aún no haya sido celebrada, es uno de los regalos que le han hecho, lo que ha producido esa prodigiosa transformación. Hay quien habla de brujería, e inevitablemente, los ojos de los inquisidores intentarán presenciar el fenómeno; hasta a mí me ha despertado la curiosidad.
Una vez vi a la Mujer Barbuda, en una feria ambulante que me acogió un invierno; y si bien decían que era la atracción máxima en Madrid, dudé de ellos. ¿Qué podría haber de interés en un señor sin afeitar con falda?
Esto es diferente; probablemente me deslice hacia el centro cuando haya oscurecido, y seguiré a la multitud. No hay muchas oportunidades de ver una luna ambulante. Me mantendré lo suficientemente lejos como para no sucumbir, si se tratara de una tentación o un hechizo.
"Un día es un día", dicen también por las calles... ¡Menuda perogrullada!, seguro que tiene una segunda intención.
Ahora que lo pienso, ya que estaré allí; ¿porqué no tomar otra vez ese brebaje aromatizado con lúpulo?

domingo, 19 de octubre de 2008

La música de los gestos

Hoy tuve la oportunidad de escuchar un historia muy interesante y reveladora; un niño, cuya madre le había inculcado dar los buenos días a las personas con quienes trataba, saludaba cada día al conductor del autobús que debía tomar para dirigirse a la escuela. El chófer, poco habituado a esa circunstancia (y supongo que también un poco silvestre), tardó bastante tiempo en comenzar a responder el saludo, ya que nuestro joven, no se desalentó ante el silencio recibido en respuesta, y continuó deseándole los buenos días cada vez. En las mañanas en que el muchacho no estaba en la parada a la hora de siempre, el hombre esperaba hasta verle correr calle abajo y garantizar así que no llegaría tarde a sus obligaciones escolares. Quien narró la anécdota, no dijo si se trataba del ámbito metropolitano o de alguna zona menos poblada; pero lo que resulta evidente, es que la amabilidad, puede modificar voluntades. Cuesta muy poco dar una pincelada amable a nuestra relación puntual con los demás, apenas unas palabras, o sujetar una puerta para no darle en las narices al que viene detrás. La consideración y el respeto básico no debieran confundirse ni con la hipocresía ni el servilismo, fácilmente detectables, y por ello sin valor positivo. Vivir en una gran ciudad, es compartir un espacio reducido para muchas almas y por ende, es necesario establecer unas normas tácitas de solidaridad y civismo. Hay un proverbio chino que dice: "si no sabes sonreír, no abras tienda"; y aunque parece que muchos súbditos de ese país que regentan tiendas de "Todo a cien" no se han enterado del adagio, es innegable el poder de reclamo de una sonrisa o la amabilidad. Hay muchos comerciantes nativos y foráneos, que han aprendido la sonrisa en esta crisis; que les dure.

viernes, 10 de octubre de 2008

La dignidad en Madrid


El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón vive en un mundo ideal; acostumbrado como está a ser el señor feudal de La Corte, decide aumentar los impuestos a una ciudadanía ahogada por la crisis y el desempleo, pero como contrapartida a su inoportunidad, está empeñado a velar por la dignidad de la capital de España, eliminando de las calles a los "hombres sandwich"; esos desheredados que se pasean por las calles céntricas emparedados entre dos pancartas que anuncian la venta de oro y similares. Apelando a la dignidad humana ha venido sancionando a las empresas que realizan estas prácticas con multas que les permitían seguir operando, con tal de haberlas pagado. Ahora, ya no participará más en el negocio y está decidido a borrarlo de un plumazo.
Es que le parece ofensivo, que un inmigrante desempleado, eche mano del último recurso posible para llevarse algo a la boca al final del día. Los hombres anuncio pues, denigran al ser humano; pero no los futbolistas que llevan sus camisetas con el aspecto de un bólido de fórmula 1, o esas mozas radiantes que parecen putillas con tutú en patines, promocionando las ventajas de esta o aquella operadora telefónica; no, eso es muy "fashion".
Indigno es poner parquímetros donde no hay problemas de circulación o aparcamiento en abierto afán recaudatorio; indigno es que las grúas municipales se lleven los coches que están fáciles de cargar un domingo a las dos de la mañana en la periferia, en lugar de los más complicados, que entorpecen los pasos de peatones o garajes en lugares donde la nocturnidad y la alevosía son más visibles; indigno es impedir a un fotógrafo utilizar su trípode para tomar una fotografía en treinta segundos, por estar haciendo uso indebido de la vía pública, cuando a escasos metros, decenas de mendigos con perros establecen su campo base en las aceras; claro, el fotógrafo no está ni loco ni borracho, ni tiene piojos, y como sí tiene algo que perder (su tiempo), acata y desaparece dando lustre y esplendor a Madrid. ¡Ay Albertito! como diría la Marquesa.

lunes, 6 de octubre de 2008

El hombre de cristal

Conocí al hombre de cristal en una sala a oscuras, era un anciano frágil, que mullía los bordes de los muebles y los posibles obstáculos de su reducto con telas acolchadas; sus huesos eran tan frágiles, que el menor impacto con las cosas, le producía fracturas a su endeble esqueleto. Su contextura era pequeña, y aún imbuído en una sucesión de capas de abrigo, icono del hombre cebolla, era evidente la endeble costitución que le sostenía. Usaba aún dentro de la casa, un abrigo vaya a saber de quién, notoriamente mayor en tamaño, y unos guantes de lana con la punta de los dedos recortadas para facilitar el tacto. Recluído como vivía, su pasatiempo consistía en pintar y apuntar su cámara de video a lo que sucedía en el mundo, es decir, en su calle. Pintaba y repintaba un mismo cuadro en busca de la perfección, y le sobraba tiempo para orientar a los escasos benefactores y amigos que recibía en su retiro cauteloso.
Anoche pensaba en él, en que nos parecemos; y aunque yo no pinte, delimito una y otra vez los contornos de la realidad que alcanzo a percibir; hispo las aristas de lo exterior para evitar golpes y rasguños que me distraigan de mi observación, o me confinen a la convalecencia de dolencias no previstas.
Es verdad, nos parecemos tanto, que hasta tengo mi propia Amèlie.

lunes, 29 de septiembre de 2008

El beso


¡No, no temáis, que no pondré la letra de la canción!
He estado pensando en él; en todos sus significados; todas sus profundidades y adjetivos.
Darse una vuelta por los códices Googlenianos, da una abrumadora idea de lo ampliamente tratado que es este tema. Empezando por Las Sagradas Antiguas Escrituras (¿no encuentran un sospechoso parecido con el acrónimo de la SGAE?), pasando por el Kama Sutra o las disquisiciones históricas de su desarrollo y significación; de las reticencias de algunas culturas a aceptarlo, todos tuvieron o tienen una postura que va más allá del afecto. El beso se fue complicando; y está el beso de Jacob, el de Judas, el beso de la maffia o el de la mujer araña. Sigue sin embargo en lo que yo creo su estado original, entre muchas madres esquimales que mastican el alimento recio y lo pasan de sus bocas a la de los pequeños, estableciendo una indeleble sensación de bienestar ligado a la satisfacción del hambre, en un contacto cálido y placentero. Sea sobre cualquiera de sus aspectos; el amoroso, el social, o el lúdico podría hacerse una entrada ladrillo por lo difícil de desentenderse de detalles de interés o anécdotas.
Se le aplican así adjetivos basados en las creencias religiosas; la ornitología o los artículos de ferretería, que pretenden diferenciar los variados tipos de ósculos.
Tengo muy claro, aunque hay posiciones encontradas, dónde está el origen del beso; hizo un camino circular para llegar nuevamente al punto de partida, a la satisfacción. Por supuesto que no hablo de esos ridículos chasquidos al aire con la mejilla apoyada en otra (sucedáneo de la mano: "pescado muerto" en el saludo), sino de unos labios aterrizando de emergencia en un moflete, una frente o unos morros, demostrando que estamos dispuestos a compartir afectos y microbios. Y todo eso, porque la satisfacción de otros alimentos van ligados a quienes hacemos el honor de besar.

Perdonen que sea este un post interruptus, es que me ha dado hambre, y es hora de darme el lote con un potaje de judías que preparé bien temprano. Salud.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Noticias que matan

Asisto rabioso a la difusión desmedida de algunas noticias exclusivamente perniciosas. Noticias cuya única razón de ser es alimentar el morbo de un público miserable, que prefiere enterarse de estas cosas, antes que de hechos positivos o útiles para el bien común; como quien va a los toros para ver si consigue ver a un torero empalado y flameando sobre la cabeza de una bestia asustada y sanguinolenta. ¿Será que con estas crónicas nos previenen del peligro de los nuevos tiempos y deberemos plantearnos enviar a nuestros hijos con chalecos antibala al cole?
Si alguien consigue explicarme qué sentido tiene difundir una y otra vez este tipo de informaciones estaré muy agradecido. No me vale lo de la libertad de informar, porque también se podria dedicar gran parte del telediario a reseñar las mil maneras de asesinar a una suegra sin que el CSI pueda echarte el guante, y sin embargo no se hace, porque sería apología de la violencia. ¿Pero no es acaso apología de la violencia focalizada en las mentes enfermas que abundan en nuestras sociedades, hacer de estas tragedias absurdas una hazaña a imitar?; ¿no le resulta extraño a nadie el que nos hayamos pasado siglos sin que estas cosas ocurrieran, y curiosamente ahora, en la época de la inmediatez de la comunicación, estos hechos se reproduzcan con una periodicidad alarmante? La única actitud lógica ante estos tristes acontecimientos, es el apagón informativo; evitar la posibilidad de emulación que supone el airear excesivamente estas conductas enfermas y que los tarados que buscan su minuto de gloria y holocausto, tengan un patrón a imitar. A los que insistan en su derecho a informar, aún considerando estas evidencias, los invitaría a ir a las casas de las víctimas, a exponer su amor a la libertad de prensa (no creo que pasaran de la primera o segunda casa).

jueves, 18 de septiembre de 2008

¡Cruci... Cruci!


Hoy no he ayunado, me he desayunado con un bollo difícil de tragar. Un pan acedo horneado por el presidente de la patronal de los empresarios.
Parece que el hombre ha sufrido un ataque de sensibilidad por los desempleados, y abjura (temporalmente) de los sagrados principios del dios salvaje del liberalismo, y propone un maná cofinanciado por los destinados a perder; ya no cree en estos días, en la omnipotencia de las leyes de mercado; pero mañana cambiará de opinión, y eso, al parecer, no le sonroja siquiera. Su propuesta es clara; ellos extenderán la mano, y los paganos, arrimarán el hombro.
No, no puedo tragarme este bocado sin experimentar la arcada y el desprecio por estos semidioses del Audi y el yate, que a la hora de la iliquidez, pretenden que las aguas hasta el cuello de los náufragos, les aneguen la coronilla para mantener a flote sus transatlánticos con vocación de eternos.
Los ultraliberales siempre (hasta ahora, que las cosas se les ponen feas) han defendido la excelencia de sus metas, pero no es lo mismo llegar a la meta que te la metan al llegar; y si querían café, que tomen hora dos tazas, pero si quieren compartir nuestro aguachirle, que sea lo que todos tomemos siempre. Nosotros podemos vivir bajo mínimos; de hecho lo venimos haciendo desde tiempo inmemorial, y no nos preocupa demasiado no pagar las cuotas del descapotable.
Aprendamos "hermanos" empresarios, que vivir sobre las posibilidades reales que uno tiene, no puede durar por siempre, y si el cielo tiene que oscurecerse de tanto millonario saltando por las ventanas, esperaremos la luz como siempre lo hemos hecho, y renegamos de las ideas iluminadas que se les ocurren a quienes siempre nos han dado las tinieblas de sus exiguas limosnas; las justas para que podamos seguir cargando sus palanquines.

martes, 16 de septiembre de 2008

La Capitana y las hormigas

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía la literatura; y aquí estaba.

Monique Camus me había recomendado el viaje, y ahora estoy muy satisfecho de haber escuchado su consejo. Hoy, bajo los efectos de la segunda lectura consecutiva (acabar y recomenzar sin pausa) de esta obra sorprendente, me he interesado por conocer otras opiniones críticas. Hablo de: Pedro Páramo, la única novela del mexicano Juan Rulfo, autor asimismo de la serie de cuentos: "El llano en llamas". He descubierto que un insigne autor latinoamericano, Gabriel García Márquez, sufrió la misma compulsión que yo al terminar de leerlo, y prolongó su noche hasta completar la segunda lectura "sin sacar" de este libro narcótico.
Sé ahora que, probablemente, es la influencia de este libro lo que permitió algunos aspectos hipnóticos de otra obra cumbre de la literatura hispanoamericana; "Cien años de soledad".
Los excesos de los hombres; su ilimitada capacidad de creerse ejecutivos de hipotéticos designios superiores, en aras de la voluntad propia, terminan siempre con la asunción de las responsabilidades de la tierra, por seres teóricamente subalternos en nuestro universo cíclico. Las hormigas de Macondo; o la invasión de la hierba: "La capitana" en las desoladas casas de Comala, guardan una estrecha vinculación con una respuesta demoledora que dió Einstein ante la pregunta acerca de las armas con las que habrá de dirimirse la tercera guerra mundial, esa que huele al parquet de las bolsas internacionales:
"Yo no sé con qué armas se peleará en la tercera guerra global, sólo sé que en la cuarta, se luchará con palos y piedras".

viernes, 5 de septiembre de 2008

Gustos musicales de goliardo



A veces me sorprendo de lo ecléctico de mis gustos musicales; y sospecho que mi disgusto por muchos consagrados, se debe más a un rechazo del endiosamiento de algunos artistas por los entusiastas forjadores de mitos, que por razones estrictamente objetivas. Así: no soporto a Bob Dylan, me place a medio camino el Boss; Madonna me repele aunque trabaje bien su línea, y se me cayó Sáenz cuando repitió tanto su esquema musical, como su virulencia anticastrista. Podría mencionar músicos de todos los confines, pero por no extenderme, dejo estos claros ejemplos accesibles.
Me gustan: Ludovico Einaudi, Juan Luis Guerra, Carmen Paris, la música celta o Joni Mitchell; la "bollo music", (K.D.Lang, Jane siberry etc.) y un abanico tan grande que va desde Modesto Mussorgsky a Joan Manuel Serrat, zigzagueando por distintos continentes y estilos.
No podría vivir sin música, y no podría escribir sin ella. Es como si yo propusiera, y la música dispusiera lo que habrá de describirme. Así las cosas, no cabe esperarse una línea clara a la hora de las definiciones.
Lo que soy hoy, no habré de serlo mañana, decía Fernando Pessoa y queda pendiente de las notas y su sucesión, de una armonía cualquiera, quien seré para quienes acierten a topar con mi rastro.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Currículum



El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente

usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica

usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros
usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío

entonces
usted muere.

*********Mario Benedetti**********

Si a esto le mechamos de principio a fin :
"y usted trabajó sin descanso"
Se lo podríamos dedicar a Don Mariano Alonso.
Que en paz descanse; al menos ahora.

martes, 2 de septiembre de 2008

Invincible?


Reconozco que es un sueño extravagante, pero esta noche fui un poderoso bergantín del XVII con su mástil como espada enhiesta, atemorizando a las flotas más poderosas; capaz de vencer al mar, ese gigante inmóvil, si no fuera por el viento que lo transforma en montañas enloquecidas; y el viento no existiría si no fuera por el sol que calienta el aire, poniéndolo en movimiento.
También el sol, acata los dictados del éter. Si hasta Dios recibe órdenes, en cuanto me duermo y soy libre.
A Julio Prado

lunes, 1 de septiembre de 2008

Un dia cualquiera


Todo estaba dispuesto, la casa estaba reluciente, había puesto velas y música agradable. Nunca nos habíamos visto, no había cita pendiente; y sin embargo, la esperaba. Las viandas no eran gran cosa, pero ya sabe como soy yo de austero (especialmente cuando se supone que hay que lucirse por huevos); a mí me vale cualquier Jueves de Abril para celebrar el año nuevo, o cuando me dé la gana, que ese es el único privilegio que tiene un asceta.
Como le dije antes, aguardaba que se presentara de improviso, ensayando una naturalidad pasmosa; y mientras repasaba todos los detalles, apareció tras franquear, no sé cómo, las tres puertas que me aíslan.
–¡Joder, qué mal se aparca aquí Antón!, dijo con un tono para viejos conocidos. Colgó bolso y abrigo en el perchero, revelándose enfundada en un celestial vestidito violeta. Un río intenso corría dentro de mí buscando el centro; me repuse milagrosamente, ¡cómo agradecí haber visto las antiguas películas de Victor Mature! En una mascarada casi tan buena como la suya, le señalé la pila de la cocina rebosante del tiempo empleado en la decoración y las mariconadas y le solté:
–Hoy te toca a tí cielo. Por un momento creí verla vacilar; ella no me soñaba como un Homo Antecessor de esos que aún perviven, pero dudó unos instantes, antes de encajar la broma. Yo aproveché su momentánea confusión para sorprenderla:
–¿Me das un bico?.
No se imagina qué bien lo pasamos, bailamos un buen rato y comimos como cerdos (mucho y con entusiasmo).
Lo del sexo no llegué a imaginármelo porque me dio hambre, y recordé que no había nada preparado. Me fui a cocinar pasados quince minutos de la medianoche; fuera había ruido a Sábado desaforado, pero aquí dentro siempre hay paz, y hoy era una muy ordenada y vistosa.
Puedo tener lo que quiera con sólo imaginarlo.

domingo, 24 de agosto de 2008

了璘輪林 了璘輪林 (¡Fuela, fuela!)

Hace muchos años estuve a punto de ir a las misiones chinas, y me dedique en mi retiro a aprender aquella lengua milenaria; sé incluso tacos coloquiales y frases de aliento y reprobación, pero aún no he conseguido que alguien me aclare las palabras del título, que dedicaban las gradas a los árbitros de la final olímpica de baloncesto.
Como es sabido, el deporte acerca a las naciones y se compromete en pos del final de las desigualdades; quizás por eso es que el trío arbitral, se empeñó en ayudar a los "negritos", que históricamente se han visto, explotados, atropellados y relegados al furgón de cola de la historia.
Estos tres paladines, y los que les esperaban en la mesa, se dedicaron a apoyar, precisamente, a los morenos que no lo necesitaban. Estos muchachos de la NBA (Negros Bastante Altos), sacaron partido de lo oscuro de su piel para hacer invisibles a los ojos de los jueces, los manotazos, empujones y "pasos" en que incurrieron permanentemente.
El baloncesto estadounidense tiene tanta calidad, que no necesita de prebendas para subirse a lo más alto del cajón de la gloria, pero aún así, los "circunspectos" sumos dirigentes de éste deporte se empeñan en demostrar que no tienen prejuicios raciales y se abocan obstinadamente en exigir sólo a los "colonizadores" europeos el respeto a las reglas internacionales en cuanto a los pasos a dar sin que se considere falta. En el paroxismo de su sagrada misión, penalizaron a los "blanquitos" con dos faltas técnicas que supusieron cuatro puntitos del ala para los "postergados" afroamericanos (y posesión), cuando los antiguos civilizadores les recriminaron su ceguera selectiva y bochornosa.
¡Fuela, fuela!, rugían las gradas, y yo sigo sin saber qué querían decir; decididamente tendré que dar un repaso a aquel idioma.
Después de todo no está mal, seguramente ganarían igual, pero como han necesitado ayuda, los vencedores recogerán sus medallas de oro de ley, y España, la medalla de plata dorada.
¡Gracias chicos!

viernes, 22 de agosto de 2008

Ricardito

Me habían dado una misión de enjundia para mis ocho años; me sentía orgulloso y excitado ante la posibilidad de pararme ante un tendero adulto y decir con firmeza: "tres velas y dos hojas de afeitar Gillette por favor". El "por favor" debía ser muy importante, porque tanto mi abuela, como mi tía Emma, hicieron especial hincapié en ello.
Me gustaba mucho visitar la isla, con aquel clima que parecía desconocer el invierno; las blancas manchas de las casas salpicando la ladera, frente a aquel mar que después de todo, no era tan azul. Mi abuelo estaba al parecer preparando un largo viaje, aunque parecía muy desmejorado en aquella cama de hierro que apenas abandonaba y se había decidido que fuéramos a despedirnos de él. Yo, encantado de aquella circunstancia.
Fui por el camino repitiendo la frase, estaba seguro de que la recordaría; al llegar al almacén, el corazón me latía un poco más de prisa, y eso le añadía interés a la experiencia.
Me paré en la acera incandescente frente al rectángulo oscuro de la puerta, mientras mis ojos intentaban penetrar aquel hueco tenebroso.
¡Ricardiiito, has vuelto!, escuché la aflautada sorpresa de una mujer, que a continuación, llamó a voces a otras chillonas. Me arrastraron a la penumbra, pero yo ya empezaba a ver. Abrazos ansiosos y besos salados de lágrimas, grititos y santiguos me habían descolocado, y yo no veía en qué momento poder decir mi parlamento; tampoco de imponerme y decir:
–¡No, soy Antonito, de Madrid!; no había manera.
Luego supe que Ricardito había caído al mar hacía dos años, y nunca lo encontraron.
A veces, cuando me encuentro muy solo, intento rescatar de la memoria, las hilachas emocionales de aquel equívoco antiguo y descolorido. Nunca nadie volvió a abrazarme así.

jueves, 14 de agosto de 2008

La foto


Quité el mes pasado todos los retratos próximos a la ventana; al
parecer, la luz, los había ido deteriorando aunque yo no lo notara. Los puse en el otro extremo de la habitación. La mudanza de todos los seres queridos de mi vida no fue demasiado solemne; apenas la delataba unas siluetas claras en la pared sucia y un poster del Che, cagado por generaciones de moscas, jubilado para hacer sitio a mi propio pasado.
Noté que todas las fotos menos una, se iban decolorando, o clareando las de blanco y negro. La foto de mi madre lucía igual que siempre, con aquellos colores pastel de las primeras fotos de color.
Si bien alejadas de la ventana, el proceso continuó imparable, y a los pocos días, un montón de fotos desvaídas, orlaban la de mamá, con aquella su sonrisa eterna. Hoy ya no podría decir cuál foto era la de quién; mis hermanos, mi padre, mis ex, y todos mis hijos, se representan igual; en unos cuadrados blanquecinos de distintas tonalidades. Tan sólo la de mi madre, sonríe impoluta con el color "Kodak Fiesta" del primer día.
Recuerdo el día de esa foto, creo incluso, que fue la primera vez que tomaba una; aquel infausto día, yo había roto el termómetro (cosa muy grave por aquellos tiempos), y esperaba un castigo: a cambio, me dejó usar la cámara y olvidar mi culpa; mi madre siempre me lo perdonó todo.