Hace muchos años estuve a punto de ir a las misiones chinas, y me dedique en mi retiro a aprender aquella lengua milenaria; sé incluso tacos coloquiales y frases de aliento y reprobación, pero aún no he conseguido que alguien me aclare las palabras del título, que dedicaban las gradas a los árbitros de la final olímpica de baloncesto.
Como es sabido, el deporte acerca a las naciones y se compromete en pos del final de las desigualdades; quizás por eso es que el trío arbitral, se empeñó en ayudar a los "negritos", que históricamente se han visto, explotados, atropellados y relegados al furgón de cola de la historia.
Estos tres paladines, y los que les esperaban en la mesa, se dedicaron a apoyar, precisamente, a los morenos que no lo necesitaban. Estos muchachos de la NBA (Negros Bastante Altos), sacaron partido de lo oscuro de su piel para hacer invisibles a los ojos de los jueces, los manotazos, empujones y "pasos" en que incurrieron permanentemente.
El baloncesto estadounidense tiene tanta calidad, que no necesita de prebendas para subirse a lo más alto del cajón de la gloria, pero aún así, los "circunspectos" sumos dirigentes de éste deporte se empeñan en demostrar que no tienen prejuicios raciales y se abocan obstinadamente en exigir sólo a los "colonizadores" europeos el respeto a las reglas internacionales en cuanto a los pasos a dar sin que se considere falta. En el paroxismo de su sagrada misión, penalizaron a los "blanquitos" con dos faltas técnicas que supusieron cuatro puntitos del ala para los "postergados" afroamericanos (y posesión), cuando los antiguos civilizadores les recriminaron su ceguera selectiva y bochornosa.
¡Fuela, fuela!, rugían las gradas, y yo sigo sin saber qué querían decir; decididamente tendré que dar un repaso a aquel idioma.
Después de todo no está mal, seguramente ganarían igual, pero como han necesitado ayuda, los vencedores recogerán sus medallas de oro de ley, y España, la medalla de plata dorada.
¡Gracias chicos!
Como es sabido, el deporte acerca a las naciones y se compromete en pos del final de las desigualdades; quizás por eso es que el trío arbitral, se empeñó en ayudar a los "negritos", que históricamente se han visto, explotados, atropellados y relegados al furgón de cola de la historia.
Estos tres paladines, y los que les esperaban en la mesa, se dedicaron a apoyar, precisamente, a los morenos que no lo necesitaban. Estos muchachos de la NBA (Negros Bastante Altos), sacaron partido de lo oscuro de su piel para hacer invisibles a los ojos de los jueces, los manotazos, empujones y "pasos" en que incurrieron permanentemente.
El baloncesto estadounidense tiene tanta calidad, que no necesita de prebendas para subirse a lo más alto del cajón de la gloria, pero aún así, los "circunspectos" sumos dirigentes de éste deporte se empeñan en demostrar que no tienen prejuicios raciales y se abocan obstinadamente en exigir sólo a los "colonizadores" europeos el respeto a las reglas internacionales en cuanto a los pasos a dar sin que se considere falta. En el paroxismo de su sagrada misión, penalizaron a los "blanquitos" con dos faltas técnicas que supusieron cuatro puntitos del ala para los "postergados" afroamericanos (y posesión), cuando los antiguos civilizadores les recriminaron su ceguera selectiva y bochornosa.
¡Fuela, fuela!, rugían las gradas, y yo sigo sin saber qué querían decir; decididamente tendré que dar un repaso a aquel idioma.
Después de todo no está mal, seguramente ganarían igual, pero como han necesitado ayuda, los vencedores recogerán sus medallas de oro de ley, y España, la medalla de plata dorada.
¡Gracias chicos!