domingo, 19 de octubre de 2008

La música de los gestos

Hoy tuve la oportunidad de escuchar un historia muy interesante y reveladora; un niño, cuya madre le había inculcado dar los buenos días a las personas con quienes trataba, saludaba cada día al conductor del autobús que debía tomar para dirigirse a la escuela. El chófer, poco habituado a esa circunstancia (y supongo que también un poco silvestre), tardó bastante tiempo en comenzar a responder el saludo, ya que nuestro joven, no se desalentó ante el silencio recibido en respuesta, y continuó deseándole los buenos días cada vez. En las mañanas en que el muchacho no estaba en la parada a la hora de siempre, el hombre esperaba hasta verle correr calle abajo y garantizar así que no llegaría tarde a sus obligaciones escolares. Quien narró la anécdota, no dijo si se trataba del ámbito metropolitano o de alguna zona menos poblada; pero lo que resulta evidente, es que la amabilidad, puede modificar voluntades. Cuesta muy poco dar una pincelada amable a nuestra relación puntual con los demás, apenas unas palabras, o sujetar una puerta para no darle en las narices al que viene detrás. La consideración y el respeto básico no debieran confundirse ni con la hipocresía ni el servilismo, fácilmente detectables, y por ello sin valor positivo. Vivir en una gran ciudad, es compartir un espacio reducido para muchas almas y por ende, es necesario establecer unas normas tácitas de solidaridad y civismo. Hay un proverbio chino que dice: "si no sabes sonreír, no abras tienda"; y aunque parece que muchos súbditos de ese país que regentan tiendas de "Todo a cien" no se han enterado del adagio, es innegable el poder de reclamo de una sonrisa o la amabilidad. Hay muchos comerciantes nativos y foráneos, que han aprendido la sonrisa en esta crisis; que les dure.

21 comentarios:

mangeles dijo...

jaja amigo...siempre tenemos una conexión pasada en nuestras vidas...siendo vd. de allende las aguas....

Mi ahijada (la hija de una de mis dos únicas primashermanas)...me decia todos los días que la llevaba al colegio....¿y que tengo que decir...buenos dias o buenas tardes? ..JEJE tenía apenas 3 años...y se ponía nerviosa de tener que saludar a las monjas (iba a un colegio de monjas)...y su preocupación más grande todos los días ...era que tenía que decir al entrar al colegio en cada turno (ella iba a comer a casa y volvía)....si buenos dias o buenas tardes...jejeje...

Un beso amigo...y que le voy a decir...que tiene VD.toda la razón del sentido común.

Aprendiza de risas dijo...

Trabajo como docente en mi último cole desde hace 15 años. Una de las lacras de mi curro es, precisamente, la mala educación de la mayoría de los padres y madres del alumnado. Cuando entro por el patio de recreo apenas una docena de familias me saludan (al resto del profesorado le ocurre tres cuartos de lo mismo). Durante una buena temporada exageré mis saludos y despedidas sin obtener resultados positivos, así que decidí saludar y regalar una amplia sonrisa solamente a aquellas personas que a mí me daban sus buenos días o buenas tardes.

Este año tengo una tutoría de 23 niñ@s. En la primera reunión de familias les di mi opinión sobre la educación, la importancia que le quitaba a las mates y a la lengua en pro de esas “maneras” que en general han perdido casi todos los niños. Así que ni corta ni perezosa les dije que a los niños les había “exigido” un saludo y una despedida en cada turno de clase (mañanas y tardes). Con una amabilidad que se desbordaba de mis bolsillos les insté a que ellos hiciesen lo mismo, por lo menos cuando los niños estuvieran presentes, pues con los buenos modelos se crean las buenas personas.

Es impresionante ver cómo entran y salen mis chiquis después de mes y medio, cómo se les iluminan los ojos en sus saludos, y cómo las madres y los padres se esmeran en ese “contacto” tan maravilloso que establece una simple expresión como es un “BUENOS DÍAS SEÑO” o “HASTA MAÑANA” o “QUE TENGAS UN BUEN FINDE” o lo que sea, pero algo, que en su cien por cien, va unido a una sonrisa que une las almas.

En esta sociedad se exigen muchos contenidos reglados en libros pero poco de lo esencial, poco de ese poso que luego te abre la vida a relaciones sociales efectivas y, como no, afectivas.

Un placer leerle siempre. Le estoy cogiendo un cariño muy especial, abad Antón.

PD: Siento la extensión de mi comentario.

Prado dijo...

ojalá pueda trasmitirle de buena manera esto a mi hijo. me parecen geniales estos modales victorianos. salúdoles.

Unknown dijo...

es curioso cómo algunas cosas que nos parecen tan naturales como saludar, despedirse o sonreír son sorprendentes para algunas personas.

tal vez es una lástima.
no debería sorprender, debería ser valorado, eso sí, pero no como extrañesa, sino como un reconocimiento de nuestra humanidad.

(perdón el rollo pero es domingo por la noche)

beso!

Conciencia Personal dijo...

Si la crisis nos deja tal enseñanza, ¡bienvenida sea! esos pequeños detalles son los que calan y hacen grande a la gente y más si vienen de un niño...hoy hasta las escuelas han suprimido materias de civismo.

Un abrazo hermoso, Antón y buen día.

Monique.

nacho dijo...

¡Buenos días, Antón ¿cómo estás?!

A mi me gustan los saludos que implican a las personas, aun a riesgo de que la otra parte te cuente sus penas. Además, permite demorar y dejar en segundo plano aquello que nos era tan urgente ...

Margot dijo...

La amabilidad es gratis, me enseñaron de peque y oye, que era verdad!!

Le beso y sonrío, señor Abad.

Unknown dijo...

dos cosas:
extrañeza (era el sueño)
y te agregué a mi blogroll
:$
perdón por la soltura y hacerlo sin pedir permiso

Arcángel Mirón dijo...

Hay que saber convivir, y eso no es hipocresía.
Yo vindico la amabilidad.

Inuit dijo...

Es ser delicado con los otros. Simplemente tratar como nos gustaría, pero hay de todo en la viña del señor, como bien sabe usted.
Una sonrisa es una sonrisa y no olvidemos que detrás hay una dentadura.Cuántas sonrisas se tuercen por los dientes.
Fíjese usted que por la mueca de los labios yo puedo decir si la persona tiene, o no tiene, o cree tener, buenos dientes.;))
Inuits

ybris dijo...

Hermano Antón, es usted sabio.
Quizás por haber sido anacoreta antes que habitante de la Corte.
Parece ser que el darse la mano significaba en su origen mostrar que en la mano abierta no había armas.
Quizás hoy la sonrisa y el saludo deberían mostrar ese mismo acercamiento.
Hace dos veranos estuve por primera vez en Budapest. Es curioso cómo, sobre toda la belleza de esa sin par ciudad, conservo como oro en paño el recuerdo y el impacto de la sonrisa de una muchacha que ofrecía viajes turísticos por la ciudad.
Nunca nos falten tales sonrisas.
Seamos los primeros en ofrecerlas.

Un abrazo.

Sombras en el corazón dijo...

La sonrisa debe ser una llave universal para todas las puertas (o casi todas); cuestión de darle lustre de vez en cuando.

Un abrazo casto

Ana dijo...

Avemaríapurísima!!! Se puede??

Buenas noches.

Yo también soy de las que se dejan la cornamenta en el intento de diferenciar a los niños de las farolas, y también me esfuerzo en que trascienda.

No sólo saludar... provocar una sonrisa te hace acreedor de afectos.
Qué he hecho? Les he enseñado a hacer reverencias exageradas y dieciochescas cuando meten la pata. Es una manera de pedir perdón por algo que han hecho mal de una manera diferente, divertida para las dos partes.

Yo saludo a mis compañeros y a mis amigos con una leve inclinación de cabeza, con todo el choteo, pero al fin y al cabo, es una atención que estás dedicando, una gracieta, una forma de hacer sonreir.

Sin sonrisa, todos los días serían lunes negros.
Las formas son muy importantes. Si la crisis sirve para recordarlo... habrá que darle la bienvenida.

Rendez-vous, reverencia y ósculo, pater.
Muá!

Unknown dijo...

Sonrío a ud con respeto, cariño y naturalidad, porque provoca Ud una ternura, una energía que no se halla emn muchas personas.
Yo trato con público permanentemente y de hecho la sonrisa se cotiza fuera de la bolsa más que mil palabras, más allá del cliché.
A mi hija se lo inculco desde la panza, me sentía sonreir, escuchar a Vangelis, leerle, así que supongo que dará sus frutos.
Un abrazo sonriente

tequila dijo...

buenas:
me gustó la primera historia: ya se sabe que se gana más por las buenas y ver que una persona hace algo desinteresadamente, éso a los adultos les llega.. también me gusto porque al final, las palabras llevan a hechos y suprimen éstas, haciendolas innecesarias.
Sobre la sonrisa de los comerciantes... todo ayuda pero... yo cuando me sonrien demasiaso (cuanto es lo habitual?) desconfío.
Me quedo con el niño, sólo en préstamo.
Saludos educados y sonrisa angelical

alkerme dijo...

Las promesas son deudas, aquí estoy para dejar mi limosna y agradecerte este texto; comparto contigo opinión cuando sabiamente dices: “es que la amabilidad, puede modificar voluntades”.
Cien buen días son finalmente un buenos días y así con todo lo demás.

Unos besos, amigo

Miss.Burton dijo...

Esa anécdota es preciosa, yo creo en eso, en la educación, en la amabilidad, en valores que quizás resultan caducos o incluso ni existen en las cabezas de muchos de los que nos cruzamos, pero que nos pueden, nos vencen, porque dicen mucho de la persona que nos lo regala, y porque es un regalo compartir ese civismo del que hablas.
Yo siempre sonrío, y siempre digo los buenos días, y mira, hay gente que no responde, y piensas, que se queden en su planeta... Pero cuando la sonrisa es devuelta.. Se abre el cielo, y se ventila el alma... y todo es mágico.
También existen sonrisas al otro lado del auricular, o en la distancia, simplemente con una actitud.
Quedo hermanada una vez mas contigo, tus teorías, y tus prácticas sí existentes de éstas.
Un besazo.

Lena dijo...

Es increible lo que una sonrisa puede cambiarte la maniana!
saludos,

Hastaquemecomprenlosdelgoogle dijo...

Suscribo totalmente lo que dices, ademas los buenos modos son gratis.

Lúzbel Guerrero dijo...

¡PLÍÑ!, un veinte SANTÓN
Es lo que yo digo siempre; ¡cabrón sí, pero educadete!

Gárgola dijo...

Pues perdóname porque creo que le he faltado, Sr. Abad, empecé tuteándole y eso esta mal. Lo rectifico y manifiesto mi profundo asentimiento con sus consideraciones. La educación es fundamental para la convivencia.
Ayer mismo, me complacía leer en mi correspondencia electrónica, que ahora por estos lares llaman emilio, una misiva donde una colaboradora me hacia llegar sus palabras de gratitud (en la corte, el tema agradecer también es cada vez más raro...).

Le sigo leyendo y disfrutando en el lapso, antes del síncope. Me gusta su Corte y si le parece bien, seguiré volviendo.

Saludos cordiales

Post Scriptum: Por favor le pido autorización para tutearle, Sr. Abad